Lonely thoughts on a July evening

Hoy estoy un poco triste.

Hoy me imaginé en un departamento. Pequeñito pero funcional, un lugar donde podía vivir una vida digna, quizá sin lujos, pero en la que no me falta nada.

Hoy me imaginé pasando un domingo normal, haciendo tareas sencillas (limpiar la cocina, acomodar los libros, ordenando el escritorio) sin prisa, con la calma que Beppo el barrendero nos enseñó en Momo: "Paso, inspiración, barrida. Paso, inspiración, barrida".

Me imaginé recibiendo a alguien de visita, admirando el espacio bonito y acogedor que había cultivado. Esa persona me preguntó cómo era posible que tuviera algo así de lindo y que yo siguiera soltero.

Me eché a llorar---en mi sueño y en la vida real---porque mi respuesta reprimida era "porque nadie ha querido compartir vida conmigo". Creo que algo de eso es verdad.

Desde luego, eso viene de un deseo bien real y normal: el deseo de pertenencia; el deseo de amar, ser amado, y de saberse en esa situación; de buscar apoyo mutuo, como los seres sociales que somos.

Lloré mucho porque hoy me siento alejado. Usado, incluso. Lloré porque reconozco un patrón en el que soy un apoyo emocional para personas que amo, pero que después de un tiempo se van en cuanto ya no necesitan ese soporte. Me siento defraudado, sobre todo por mí mismo por volver a caer en lo mismo. Tengo un sentimiento lindo adentro de mí, pero nunca ha sido correspondido. Siempre hay algo, siempre hay una limitante, siempre una negativa.

En este momento, no creo que haya ese "alguien para mí". Ni en la forma de una media naranja, un alma gemela, una pareja suficientemente buena, o siquiera una persona que añore estar conmigo como yo añoro estar con alguien más.

Quizá es el momento de depresión hablando. Quizá es momentáneo y muy posiblemente es falso (la depresión miente)

pero es la realidad mental y emocional en este momento, y este momento es lo único que existe.

Quizá se me pasará cuando despierte mañana, reemplazado por el tedio más normalizado de los lunes.